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Freiburger Geographische Hefte, Tomo 63

Manuel Seeger (2001): Los suelos y su balance hídrico como indicadores de la degradación en espacios agro­pecuarios extensificados en Aragón / España

Resumen

La degradación del paisaje y la desertificación determinan el paisaje mediterráneo, y así el de la Península Ibérica, a causa del uso intenso al que ha sido sometido por el hombre durante miles de años. Los cambios de uso del suelo ocurridos en España a lo largo del siglo XX, acompa­ñados por una importante reducción de la superficie agrícola en el Pirineo, se han extendido en las últimas décadas a la Depresión Central del Ebro a causa de la integración de España en la Unión Europea. Esto ha llevado, al menos de forma parcial, a un refuerzo de los procesos de degradación, de los cuales la erosión hídrica es, al igual que en toda el área mediterránea, el proceso más importante. Así, los suelos y sus características son a la vez un fiel reflejo de la degradación del paisaje, de sus procesos y de su magnitud y el elemento determinante de di­chos procesos. La degradación de las características físicas y el balance hídrico del suelo son considerados en este caso los factores más importantes, ya que influyen directamente en la creación de escorrentía y en la infiltración, con lo cual rigen la erosión del suelo al igual que la disponibilidad de agua útil y nutrientes, para la vegetación.

El proyecto EPRODESERT, de los Departamentos de Geografía Física de las universidades de Frankfurt y Freiburg (Alemania) y financiado por la DFG, ha estudiado desde 1995 los factores y procesos de la degradación del paisaje en cinco áreas de estudio, en su mayoría campos abandonados ahora sometidos a una variable presión ganadera, entre la Depresión Central del Ebro y el Pirineo Central. Este trabajo tenía como objetivo, basándose en los suelos, la identifi­cación de los procesos de degradación a los que había sido sometido el paisaje anteriormente así como los que tienen efecto en la actualidad. Además se pretendía reconocer, a través del seguimiento del balance hídrico del suelo, si este refleja la degradación del paisaje y si muestra indicios sobre la evolución paisajística en el futuro. Por último era el objetivo entender detalla­damente los procesos de infiltración y de producción de escorrentía con la ayuda de un modelo hidráulico.

Como primer paso, se efectuó una cartografía y caracterización de los suelos basándose en observaciones en el campo y análisis de laboratorio. La clasificación taxonómica se efectuó siguiendo la Soil Taxonomy y la World Reference Base of Soil Resources. La valoración del contenido en nutrientes, de las características químicas y físicas de los suelos siguió, siempre que fue posible, las tablas de referencia agrícola usadas en España. La erosionabilidad se eva­luó basándose en la ABAG, versión modificada de la USLE, que así hizo posible la compara­ción de los suelos de todas las áreas estudiadas. La observación detallada de la morfología de los perfiles, especialmente de las acumulaciones de materiales gruesos y su distribución vertical y horizontal testificaron los procesos de erosión anteriores y actuales.

El contenido de agua del suelo se midió de forma gravimétrica y con un TDR el en diferentes emplazamientos y varias profundidades de las áreas de estudio. Las mediciones con TDR se limitaron a las tres áreas de estudio centrales del transecto (Sabayés, Bentué de Rasal y Arnás) durante varios periodos de diferente duración en la primavera y el verano / otoño de los años 1998 y 1999.

La modelización de la infiltración y la producción de escorrentía en algunos suelos estudiados se efectuó con el modelo HILLFLOW 1D. Este fue calibrado con las simulaciones de lluvia efectuadas durante el proyecto. Así se pudo modelizar la producción de escorrentía superficial y la infiltración bajo diferentes condiciones de humedad del suelo y con diferentes intensidades de lluvia e identificar los factores que las regulan.

Es obvio que todos los suelos estudiados muestran indicios de degradación –pérdida de mate­rial fino y erosión de los horizontes superficiales– que son consecuencia del uso del suelo. Sin embargo se puede descartar una degradación química importante. Asimismo se pudo observar que en las áreas meridionales del transecto (María de Huerva y Sabayés) siguen dominando los procesos de degradación, p. ej. erosión y creación de costras superficiales, mientras que en las restantes zonas estudiadas la intensidad de los procesos de degradación edáfica disminuye con la creciente altitud topográfica.

Las condiciones climáticas y de uso del suelo actuales de las zonas con campos abandonados no dejan esperar una “regradación” del paisaje. No obstante se reconoce en la valoración de los suelos y esencialmente basándose en las mediciones hídricas, que el transecto está claramente dividido en dos partes diferentes. En las áreas al sur del Prepirineo no es de esperar bajo nin­gún concepto la recuperación de las condiciones edáficas; es más, todas las observaciones apuntan que la degradación del suelo seguirá progresando, y con ella la pérdida de este recurso natural fundamental. Estas observaciones se ven apoyadas en los resultados de la mode­lización, que demuestran que bajo las condiciones físicas e hídricas del suelo actuales siempre hay una tendencia a producir grandes cantidades de escorrentía superficial. Esto conlleva la remoción de los materiales más fácilmente erosionables y una recarga deficiente de agua en el suelo. Al contrario, en las tres áreas del transecto septentrionales se puede observar una tendencia hacia la recuperación de los suelos, que se refleja en las condiciones hidráulicas de estos al igual que en los procesos de infiltración y creación de escorrentía. Esto sugiere que la persistencia de áreas degradadas se debe primordialmente al uso actual del suelo, y que un manejo racional de éstas áreas llevaría a una regradación del territorio, algo que en la Cuenca del Ebro parece im­posible.